La importancia del esfuerzo.
Para aprender bien un idioma, ya sea el español o cualquier otro, hay que asumir y tener muy claro que tenemos que dedicar tiempo y esfuerzo diarios y practicar dicha lengua de alguna manera. Es verdad que casi todo en la vida, incluida nuestra formación requiere de dinero y más importante aún nos cuesta tiempo y a veces mucho trabajo y constancia. Cuanto más alto sea el nivel que usted se exige a sí mismo, más alto tiene que ser el precio, por supuesto.
El alumno puede decidir si invierte dinero o esfuerzo o una combinación de ambos, pero el factor tiempo está siempre presente en la tarea del aprendizaje. Hay que aceptar que no aprendemos nada, y mucho menos un idioma nuevo si dedicar mucho tiempo al mismo.
Una vez pasada la niñez y la adolescencia, hacerse con un nuevo idioma no es tarea sencilla en lo absoluto. Cuesta incluso más que sacarse un título universitario. Por ello no basta con comprar libros de gramática y estudiarlos al dedillo. Es importante hablar con un nativo de la lengua, si es posible, y si no consigo mismo mientras conduce o frente al espejo.
Una la adquirimos viviendo en el país donde se habla, y si no es posible irse allí, practíquelo como un loco siempre que encuentre la ocasión.
La solución al aprendizaje de un idioma, o de cualquier otra habilidad, se encuentra en uno mismo y no en métodos milagrosos o en manos de expertos. Son las ganas verdaderas que uno tiene de entender y hablar dicha lengua.
Más que en clases, con profesores y métodos, los alumnos van aprendiendo a desenvolverse pasando vergüenza y viviendo momentos de apuro en el mundo real. El empresario de Texas, Richard Vaughan, asegura que se necesitan como mínimo unas intensas tres mil horas de esfuerzo y apuros enfrentándonos a la realidad de ese idioma que estamos intentando aprender de una vez por todas.
Al poner tesón e ilusión en la aventura, ésta se va a hacer menos dolorosa y a la vez usted se enriquecerá intelectual y culturalmente.
20 de Dezembro de 2016