El imperativo, usos (I): Dar instrucciones
El imperativo, usos (I): Dar instrucciones
Manual de instrucciones, Julio Cortázar
El imperativo es una forma verbal del español que tiene muchos usos. Hoy recordamos uno de esos usos: dar instrucciones. En nuestro día a día recibimos instrucciones útiles en muchas ocasiones.
- Cuando compramos un nuevo mueble en IKEA y realmente necesitamos ayuda (casi sobrenatural) para poder encajar las piezas de ese puzzle imposible.
- Cuando queremos preparar una comida deliciosa a nuestra pareja o a nuestros amigos y necesitamos una receta fiable.
- Cuando debemos tomar un nuevo medicamento y necesitamos leer cómo hacerlo de forma adecuada.
· Y un largo etcétera.
Julio Cortázar es un escritor argentino muy conocido por su famosa obra Rayuela. Hoy no vamos a leer su libro más famoso sino otro menos leído: Historias de cronopios y de famas. Este libro es casi un juego. Se divide en cuatro partes. La primera consiste en un manual de instrucciones muy curioso. No nos enseña Cortázar a montar un mueble de IKEA, nos enseña cosas mucho más útiles como subir una escalera, dar cuerda a un reloj, llorar o cantar.
Antes de leer el cuento, vamos a repasar las formas del imperativo. Como sabéis, existen algunas diferencias entre el español de España y el español de Latinoamérica. En este caso, la diferencia está en que el español de Latinoamérica no utiliza la persona “tú” sino “usted” y no utilizan “vosotros” sino “ustedes”
Como veis, el imperativo se forma solamente con dos formas nuevas: CANTA y CANTAD. Para el resto de personas debemos usar el presente de SUBJUNTIVO.
Vamos a buscar ahora estas formas en el cuento “Instrucciones para llorar” de Julio Cortázar:
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
Y este otro, “Instrucciones para cantar”
Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.
¿Serías capaz de conjugar todos estos verbos en todas las personas del imperativo? ¡¡Inténtalo!!
22 mai 2020