El Ratón Temeroso
Y el ratón se asomaba a la ventana a ver a los gatos afuera de su jardín, se asomaba con sigilo, ese sigilo cuidadoso que guardan los ratones, temerosos al salir de su escondite, temerosos de ser atacados como las historias cuentan que los gatos atacan a los de su especie, con ojos saltones y el corazón al mil. Cuando escucha hablar a uno de esos feroces felinos, feroces en su imaginación, da un salto y vuelve a la cama, a soñar, a cantar, a reír, a pensar cómo sería la vida allá afuera, con la luz, con la paz, comiendo fresas, sin temor. Retozando, amando la vida desde su cama, piensa en el mañana, mañana incierto, mañana sin sol, mañana sin sabor, sin color… pero su corazón emana una alegría inexplicable, alegría que seguro dará una chispa de luz a ese mañana incierto, desde la ventana ve un arcoiris, un esplendor que le da esperanza, que le da luz, que le da brillo, solloza, solloza de alegría al pensar que su luz puede brillar tan alto como ese arcoiris, tan alto como el sol. Ojos tiernos, ojos saltones, ojos de ratón, ojos que ven como cualquier otro par de ojos, ojos que ven la vida aunque es intangible, ojos que ven el aire que entra a sus pulmones y llega a sus venas para tener vida. No importan ya los gatos, los gatos inventados en las historias, son criaturas, diferentes, pero no dejan de ser criaturas, son solo gatos.
24 janvier 2020