Invitación a explorar el mundo como niños
Los niños sin dudas tienen un talento especial que atrapa y maravilla a los adultos.
Cuando observas el comportamiento de un niño, te puedes percatar de cómo ellos ven las cosas con otros ojos, con una mirada fresca. En sus acciones parecen desconocer el miedo o no medir el peligro.
Los niños tienen eso que muchas veces en los adultos va quedando en el olvido, y que si uno no se moviliza, puede que se lo pierda para siempre.
Se podría relacionar esta capacidad del niño con la de la de algunos artistas, científicos, investigadores, escritores, filósofos, poetas. Porque tienen la virtud de explorar el mundo que les rodea de una manera similar: sorprendiéndose de lo que encuentran en el camino, observando todo, hasta lo que parezca de más nimia importancia, como si nunca antes lo hubiesen visto.
De ellos se puede aprender un montón.
Por eso hoy los quiero invitar a explorar el mundo, a aprender español y a jugar como si fuésemos niños, aunque sea por un día.
Los invito:
A soltarnos, a conocernos, a mirar todo como nuevo, a observar, espiar, curiosear y hacer uso de las herramientas más importantes que tenemos para explorar: las que existen en nuestro propio cuerpo.
A considerar cada objeto como vivo, animado, enérgico. Desde una flor hasta un escombro. A indagar en las formas y encontrar tantas como sean posibles.
A mirar de cerca, mirar de lejos, volver a mirar de cerca, cambiar de ángulos, cerrar un ojo, luego cerrar el otro y creer así que cada cosa en este mundo es interesante y merece nuestra atención.
A intentar por un largo rato mirar la vida como si fuese una película en la que uno mismo es director y actor.
A hacer de cuenta por un momento que son otra persona. Si les diesen la posibilidad de elegir un disfraz: ¿Cuál elegirían? ¿Qué personaje les gustaría representar?
A hacerse preguntas que solo puedan ser resueltas usando la imaginación: ¿Que harían si tuviesen la posibilidad de hacerse invisibles? ¿O de parar el tiempo cuando quieran?
Los invito a hacer lo opuesto de lo que piensan que deberían hacer. A que el pensar que están perdiendo su tiempo sea una señal de que están haciendo las cosas correctamente.
A perder todos los sentidos de ubicación en tiempo y espacio. A desorientarse por un rato.
A hacer la misma pregunta a muchas personas y comparar las diversas respuestas.
A pensar que no existe una forma “correcta” de entender algo.
A “esperar lo inesperado”. A desarrollar una nueva relación con eso diferente de lo que esperábamos.
A mirar el mundo como un rompecabezas en el que pueden determinar el significado. ¿Cómo lo construirían? ¿Dónde pondrían cada pieza?
A salir a caminar y hacer una lista de todos los olores que encuentren en su barrio. A documentar todo lo que se encuentren en el camino y les parezca interesante: manchas en las veredas, pintura chorreada en una pared, plumas de los pájaros, residuos, lo que sea.
A encontrar caras por todos lados: buscarlas en la naturaleza, en cosas hechas por el hombre, en las nubes, en los árboles, el asfalto.
A alterar la forma con la que perciben al mundo: cerrando los ojos, usando tapones para los oídos, caminando tan lento como sea posible, tapándose la nariz…
Los invito a capturar la vida oculta de los objetos inanimados. ¿Qué es lo que estos hacen cuando no hay personas a su alrededor? A imaginar sus actividades e interacciones sociales.
A documentar el paso del tiempo. A prestarle atención a un objeto por un rato largo y registrar los cambios que suceden.
A observar el movimiento. A pensar hacia donde creemos que se dirige cada cosa con la que nos topamos (y las que no nos topamos también).
A preguntarnos hacia dónde se dirige nuestro planeta, el universo.
A incorporar la indeterminación, el “no saber”.
A considerar que todo lo que nos rodea es una herramienta o un recurso para una escultura.
A trazar el camino de origen de los objetos: ¿De donde pudo haber venido esta botella, esta piedra o esta naranja?
A usar todos los sentidos en nuestras investigaciones.
Vista, oído, olfato, tacto, gusto.
A observar: movimiento, forma, textura, función, símbolo, lenguaje, subjetivamente, objetivamente, en comparación, en contraste, en un espacio en negativo, simetría, color, en partes, anecdóticamente, históricamente, artísticamente, científicamente, moralmente, diacrónicamente, sincrónicamente, metafísicamente, contextualmente, culturalmente, políticamente, ritualmente, estéticamente, abstractamente, míticamente, direccionalmente, linealmente…
A prestar atención a cosas a las que nunca le has prestado atención antes y a empezar a verlas por todos lados, a sentir como si estuviesen ahí para encontrarnos.
A recolectar hojas, palabras, reflexiones, mapas, texturas, olores, sombras, comportamientos que nos resulten interesantes, cosas que nos sorprendan, sueños, preguntas, sonidos, historias, impresiones, cosas que nos rodean, deseos, cosas pequeñas y grandes, manchas, papeles, firmas, plumas, pasto, tierra…
Los invito a cuestionarnos sobre las cosas simples: nuestros modales en la mesa, en la escuela, la forma en que invertimos nuestro tiempo, nuestros ritmos.
A preguntarnos sobre aquello que parece ya no asombrarnos más.
A intentar ver las cosas desde tantos ángulos como sea posible.
A volver a despertar la curiosidad.
A abrazar el cambio.
A jugar, a reír, como formas de celebrar la vida.
A no perder de vista que la vida es una permanente búsqueda del tesoro.
¿Jugamos a ser niños otra vez?
9 de Outubro de 2017